Image copyrightAPImage captionPocos tomaron en serio a Donald Trump cuando anunció su candidatura a la nominación republicana en 2015.
Lo que muchos en América Latina temían es una realidad: Donald Trump fue elegido presidente de Estados Unidos, una sorpresa que puede traer el mayor cambio en las relaciones de Washington con sus vecinos continentales en décadas.
Ya sea por sus promesas de construir un muro en la frontera con México, deportar masivamente inmigrantes sin papeles y aumentar el proteccionismo comercial, o por los efectos que su elección tiene en los mercados, Trump es ahora para Latinoamérica una fuente de inquietud y tensión.
Lo que hará o dejará de hacer el magnate republicano desde la Casa Blanca es una incógnita incluso para los expertos, pero hay quienes advierten que, de mantenerse fiel a sus propuestas, se sentirán desde lejos las profundas consecuencias de su gobierno.
"Si (Trump) lleva a cabo lo que está diciendo, esto va a reventar relaciones no solamente con América Latina sino con todo el mundo", dijo a BBC Mundo antes de la votación del martes Michael Shifter, presidente Diálogo Interamericano, un centro de análisis en Washington D.C.
México y más allá
Trump ganó la elección como un candidato ajeno y opuesto al sistema político estadounidense, mostrando su voluntad de cambiar las cosas con una serie de propuestas que causaron alarma.
Prometió construir un gran muro en la frontera con México y obligar a este país a pagarlo, algo que se volvió todo un símbolo de su voluntad de dar la espalda al vecino del sur.
Image copyrightGETTY IMAGESImage captionLa visita de Donald Trump a México desató protestas contra este y contra el presidente de ese país, Enrique Peña Nieto (EPN).
También habló al inicio de su campaña de deportar a 11 millones de inmigrares indocumentados que viven en EE.UU., en su mayoría provenientes del sur del río Bravo, y sostuvo que desde México llegan criminales y violadores.
Pero luego visitó ese país, fue recibido por el presidente Enrique Peña Nieto y más recientemente moderó su retórica sobre las deportaciones masivas, sugiriendo que se enfocaría en quienes tienen antecedentes penales.
El conciliador discurso de Donald Trump tras la victoria
Este tema impacta directamente en la economía de América Latina, que recibe cada año más de US$65.000 millones de en remesas enviadas por inmigrantes desde EE.UU., según estudios.
Además, Trump define el tratado de libre comercio de EE.UU. con Canadá y México, conocido como Nafta, como "el peor" jamás firmado, y ha hablado de imponer un arancel de 35% para importaciones desde el vecino del sur.
Esto tendría un impacto enorme en la economía de México, que el año pasado exportó bienes y servicios por US$316.400 millones y logró un superávit comercial bilateral de US$49.200 millones.
Esa retórica permitió a Trump conquistar votos de una creciente porción del electorado estadounidense contraria al libre comercio y a la acogida de inmigrantes.
Image copyrightGETTY IMAGESImage captionTrump atrajo a votantes contrarios a los tratados de libre comercio y a la acogida de inmigrantes.
Y ahora que fue electo, la gran pregunta es qué hará exactamente Trump desde el gobierno.
"No sé cuánto podría hacer como presidente, dado que tiene que funcionar en un contexto de instituciones y contrapesos", dijo Shifter.
"Tiene cierto margen de decisión como presidente, pero también hay temas donde está muy limitado lo que puede hacer, como el tema de aranceles o compromisos de recursos, que tiene que ser decisión del Congreso", afirmó.
Roger Noriega, quien fue jefe de la diplomacia estadounidense para América Latina en el gobierno de George W. Bush, advirtió que Latinoamérica es el "mercado económico natural" de EE.UU., que además precisa de la cooperación regional para protegerse.
"No creo que (Trump) entienda eso", señaló a BBC Mundo antes del triunfo del republicano.
Image copyrightGETTY IMAGESImage captionBarack Obama visitó a Mauricio Macri, presidente de Argentina y más abierto a Washington que el gobierno que lo precedió.
"Más dificultades"
El triunfo electoral de Trump ocurre en medio de cambios políticos en el hemisferio, tras la llegada de gobiernos más abiertos a Washington en Brasil y Argentina, o la normalización de las relaciones de EE.UU. con Cuba impulsada por el gobierno de Barack Obama.
Todo esto parecía la antesala para una relación norte-sur más fluida en las Américas, lo que ahora queda en duda con el triunfo de Trump.
Roger Noriega, actualmente en el centro de análisis conservador American Enterprise Institute, cree que a Trump incluso no se lo puede comparar con Bush, cuyo gobierno quedó en las antípodas de la ola izquierdista que surgía en Sudamérica la década pasada.
"Hubo circunstancias en que aconsejé al presidente Bush y él ni estaba de acuerdo, pero seguía mi consejo porque se daba cuenta de que me contrató para hacer el trabajo", relata.
"No veo que Trump esté dispuesto a hacer eso, y esto puede causar problemas serios", advierte. "Un conjunto equivocado de palabras del presidente de EE.UU. puede complicar las cosas por años entre dos países".
Image copyrightGETTY IMAGESImage captionTrump ha amenazado con interrumpir el proceso para normalizar las relaciones con Cuba, iniciado por Barack Obama.
Trump sostuvo durante su campaña que "por toda Latinoamérica la gente está viviendo en opresión" y acusó Obama y a su rival electoral Hillary Clinton de abandonar a los "amigos" de EE.UU. en la región.
También indicó que podría acabar con las medidas para normalizar relaciones con Cuba y habló de solidarizarse con el pueblo de Venezuela, "que ama la libertad".
Arturo Valenzuela, que fue jefe de la diplomacia de EE.UU. para América Latina cuando Clinton era secretaria de Estado, sostuvo antes de la elección que con Trump en la Casa Blanca "va a ser muy difícil establecer una relación de confianza" con la región.
Y Shifter coincidió: "Va a haber muchísimas más dificultades para cooperar en cualquier tema".
América Latina está viviendo un proceso de “pentecostalización del cristianismo” que se refleja en el auge de esta confesión, muy popular en Brasil y en Centroamérica, explicó a Notimex Andrew Chesnut, autor de varios libros y uno de los mayores expertos en el impacto social de esta tendencia.
“El gran motor del pentecostalismo es la cura divina. Para los pobres se trata sobre todo de curas de salud, pero para las clases altas, donde el pentecostalismo ya tiene una notable presencia, a diferencia de años atrás, son curas de traumas pasados”, explica Chesnut, autor de varias obras de referencia sobre el auge del pentecostalismo.
El pentecostalismo o movimiento pentecostal corresponde al conjunto de iglesias y organizaciones cristianas protestantes que recalcan la doctrina del bautismo en el Espíritu Santo. Los evangélicos, pero sobre todo la rama pentecostal de la confesión, crecieron rápidamente desde la década de 1980 en América Latina, pero sobre todo en Brasil, donde datos del censo de 2010 señalan que más de 42 millones de personas –en torno al 22 por ciento de la población- son de confesión evangélica.
Datos oficiales parciales indican que al menos 14 millones serían pentecostales.
“Para los pentecostales los milagros son lo cotidiano. Para mucha gente en las favelas o en barrios pobres un milagro puede ser encontrar un trabajo cuando no tienen nada que comer. Ese es el motor de crecimiento de las iglesias pentecostales”, señala Chesnut, profesor de asuntos religiosos en la Universidad de Commonwealth Virginia, en Estados Unidos, y estudioso desde hace dos décadas del pentecostalismo en América Latina.
Chesnut, quien también estudió el fenómeno mexicano de la Santa Muerte y acaba de publicar un libro en inglés sobre el tema (Devoted to Death: Santa Muerte, the Skeleton Saint), opina que pese a tener su origen en Estados Unidos, “Brasil es el mayor país pentecostal del mundo y un exportador mundial de religión”.
Esta confesión llegó a Brasil por medio de misioneros suecos formados en Estados Unidos que emigraron al Amazonas para evangelizar a principios del siglo XIX, pero desde entonces aparecieron varias iglesias locales brasileñas –como la Iglesia Universal del Reino de Dios o Iglesia Pare de Sufrir que tienen millones de fieles en todo el planeta.
Los evangélicos, entre los que se cuentan fieles de otras ramas no pentecostales, lograron una gran influencia en Brasil, sobre todo por su presencia en los medios de comunicación y en el mundo político, con una representación notable en el Congreso y el Senado brasileños. Al menos 75 diputados del Congreso – de un total de 513 – forman parte de alguna de las diversas iglesias evangélicas existentes en Brasil, pero el exponente más claro del poder político que han logrado en el país es el presidente de la Cámara Baja, Eduardo Cunha, número tres en la escala de poder y confeso miembro de la evangélica Asamblea de Dios desde hace una década.
La prohibición del aborto, el rechazo a los matrimonios entre homosexuales, la rebaja de la edad penal a 16 años y la despenalización de la portación de armas son algunas de las cuestiones políticas en la agenda de los evangélicos, considerados como el ala más conservadora del poder legislativo brasileño. Aunque el país suramericano sigue siendo la nación católica más numerosa del mundo, con 123 millones de fieles, la progresión de los evangélicos ha sido extraordinaria en los últimos años y suscitó preocupación en los estamentos de la Iglesia católica.