El pentecostalismo o movimiento pentecostal corresponde al conjunto de iglesias y organizaciones cristianas protestantes que recalcan la doctrina del bautismo en el Espíritu Santo. Los evangélicos, pero sobre todo la rama pentecostal de la confesión, crecieron rápidamente desde la década de 1980 en América Latina, pero sobre todo en Brasil, donde datos del censo de 2010 señalan que más de 42 millones de personas –en torno al 22 por ciento de la población- son de confesión evangélica.
domingo, 29 de noviembre de 2015
América Latina vive proceso de “pentecostalización del cristianismo”, dice experto
América Latina está viviendo un proceso de “pentecostalización del cristianismo” que se refleja en el auge de esta confesión, muy popular en Brasil y en Centroamérica, explicó a Notimex Andrew Chesnut, autor de varios libros y uno de los mayores expertos en el impacto social de esta tendencia.
“El gran motor del pentecostalismo es la cura divina. Para los pobres se trata sobre todo de curas de salud, pero para las clases altas, donde el pentecostalismo ya tiene una notable presencia, a diferencia de años atrás, son curas de traumas pasados”, explica Chesnut, autor de varias obras de referencia sobre el auge del pentecostalismo.
El pentecostalismo o movimiento pentecostal corresponde al conjunto de iglesias y organizaciones cristianas protestantes que recalcan la doctrina del bautismo en el Espíritu Santo. Los evangélicos, pero sobre todo la rama pentecostal de la confesión, crecieron rápidamente desde la década de 1980 en América Latina, pero sobre todo en Brasil, donde datos del censo de 2010 señalan que más de 42 millones de personas –en torno al 22 por ciento de la población- son de confesión evangélica.
Datos oficiales parciales indican que al menos 14 millones serían pentecostales.
“Para los pentecostales los milagros son lo cotidiano. Para mucha gente en las favelas o en barrios pobres un milagro puede ser encontrar un trabajo cuando no tienen nada que comer. Ese es el motor de crecimiento de las iglesias pentecostales”, señala Chesnut, profesor de asuntos religiosos en la Universidad de Commonwealth Virginia, en Estados Unidos, y estudioso desde hace dos décadas del pentecostalismo en América Latina.
Chesnut, quien también estudió el fenómeno mexicano de la Santa Muerte y acaba de publicar un libro en inglés sobre el tema (Devoted to Death: Santa Muerte, the Skeleton Saint), opina que pese a tener su origen en Estados Unidos, “Brasil es el mayor país pentecostal del mundo y un exportador mundial de religión”.
Esta confesión llegó a Brasil por medio de misioneros suecos formados en Estados Unidos que emigraron al Amazonas para evangelizar a principios del siglo XIX, pero desde entonces aparecieron varias iglesias locales brasileñas –como la Iglesia Universal del Reino de Dios o Iglesia Pare de Sufrir que tienen millones de fieles en todo el planeta.
Los evangélicos, entre los que se cuentan fieles de otras ramas no pentecostales, lograron una gran influencia en Brasil, sobre todo por su presencia en los medios de comunicación y en el mundo político, con una representación notable en el Congreso y el Senado brasileños. Al menos 75 diputados del Congreso – de un total de 513 – forman parte de alguna de las diversas iglesias evangélicas existentes en Brasil, pero el exponente más claro del poder político que han logrado en el país es el presidente de la Cámara Baja, Eduardo Cunha, número tres en la escala de poder y confeso miembro de la evangélica Asamblea de Dios desde hace una década.
La prohibición del aborto, el rechazo a los matrimonios entre homosexuales, la rebaja de la edad penal a 16 años y la despenalización de la portación de armas son algunas de las cuestiones políticas en la agenda de los evangélicos, considerados como el ala más conservadora del poder legislativo brasileño. Aunque el país suramericano sigue siendo la nación católica más numerosa del mundo, con 123 millones de fieles, la progresión de los evangélicos ha sido extraordinaria en los últimos años y suscitó preocupación en los estamentos de la Iglesia católica.
Fuente: Terra
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