lunes, 19 de noviembre de 2018
Jonestown: "Reconstruí mi vida después de sobrevivir al mayor suicidio colectivo de la historia"
ron 40 años de lo que se considera "el mayor suicidio colectivo de la historia", en el que más de 900 personas murieron en una comunidad en Guyana establecida por el pastor evangélico estadounidense Jim Jones.
En el marco de este aniversario, una de las sobrevivientes, Laura Johnston Kohl, habló con la BBC sobre cómo pudo escapar de la muerte y cómo reconstruyó su vida después de la tragedia.
Advertencia: este artículo contiene imágenes gráficas de muertes.
Criada en Washington D.C en los años 50 y 60, Laura Johnson no era ajena al activismo.
Para 1970, cuando se unió al Templo del Pueblo en California, a los 22 años, ya había recibido gas lacrimógeno en una protesta contra la guerra de Vietnam, trabajado con las Panteras Negras y asistido al famoso festival de Woodstock en 1969.
"Mi vida era un lío, tuve un matrimonio fallido y estaba buscando un lugar para ser política en un ambiente más seguro después de una serie de malas decisiones", dice.
Acudió a unas pocas reuniones en la sede del grupo en Redwood Valley, en el norte de California, y pronto fue conquistada por sus ideales de benevolencia e igualdad racial.
Jim Jones, un carismático pastor evangélico, había fundado el Templo del Pueblo como una comunidad religiosa racialmente integrada en Indianápolis en 1956, antes de trasladarse a California una década más tarde.
Jones hablaba de un inminente apocalipsis nuclear, y creía que su comunidad "socialista apostólica" podría prosperar después de eso.
El grupo, aunque religioso, fue fundado sobre ideales socialistas, y proveía atención sanitaria y otros servicios sociales a sus miembros.
"Era la comunidad que yo estaba buscando, yo estaba buscando igualdad y justicia, y había gente de todos los orígenes y razas", dice Laura.
"En 1974, el líder espiritual Jim Jones dijo que quería que encontráramos un lugar lejos de todas las drogas y alcohol en Estados Unidos", recuerda.
"Encontramos Guyana, en Sudamérica, que era el país perfecto para movernos. Era un país precioso con áreas remotas que podíamos poblar".
En 1977, Laura y otras cientos de personas dejaron sus vidas para asentarse en el Proyecto Agrícola del Templo del Pueblo, informalmente conocido como Jonestown, derivado el nombre de su líder.
"No me preocupaba trasladarme allí. Era aventurera y me encantaba la oportunidad de vivir en el bosque", cuenta Laura.
El "paraíso socialista" en el extranjero le permitiría a Jones y su grupo practicar su estilo de vida lejos del intenso escrutinio mediático que había empezado en California.
Pero no era el paraíso completo que les prometieron.
El asentamiento, en el norte de Guyana, era extraordinariamente remoto, y se vio afectado por deficiencias agrícolas que impedían que el grupo fuera autosuficiente.
Los miembros del grupo vivían juntos en pequeñas casas comunales, y trabajaban largos días bajo un calor sofocante. Sus vidas cotidianas estaban cada vez más politizadas.
Laura vivió en el sitio principal de Jonestown hasta octubre de 1978.
"Mi trabajo allí era significativo y satisfactorio", recuerda. "La gente del Templo del Pueblo era con quien quería vivir toda mi vida".
"Era gente maravillosa. Otros sobrevivientes podrían decir lo contrario, pero para mí, era una delicia. No fue una parte infeliz de mi vida".
A finales de octubre, Jones le pidió a Laura moverse a Georgetown, la capital de Guyana , para trabajar en la sede de la iglesia.
Ella cree que su reubicación fue un movimiento calculado de Jones, provocado por el creciente escrutinio y la inminente visita del congresista californiano Leo Ryan.
El político encabezaba una expedición de investigación al complejo, después de que familiares en Estados Unidos expresaron su preocupación por que sus seres queridos estuvieran siendo retenidos contra su voluntad.
En un caso de alto perfil, los padres desertores de un niño llamado John Victor Stoen, que Jones afirmó que era su hijo, lucharon públicamente por la custodia.
Y mientras tanto, recuerda Laura, "el estado mental de Jim Jones se estaba deteriorando y el experimento de Jonestown comenzaba a fallar".
"La gente acusaba a Jim Jones de secuestrar a sus hijos, y sus secretarias habían huido con información escandalosa sobre lo que estaba sucediendo".
En mayo de 1978, una ayudante cercana de Jones, Deborah Layton Blakey, se escapó de Georgetown para buscar refugio en la embajada estadounidense.
Presentó una declaración jurada en la que hablaba sobre el "control tiránico" del mesiánico Jones, de quien dijo que emitía sermones en altavoces durante horas, llenos de teorías de la conspiración sobre el gobierno estadounidense, desertores y familiares preocupados.
Ella también reportó que en el complejo había escasez de comida y a veces los residentes estaban plagados de enfermedades como la diarrea.
"Jonestown no estaba preparado para tanta gente, éramos 1.000, y no éramos autosuficientes. Así que Jim Jones sentía la presión", recuerda Laura.
"Su adicción a las drogas y sus trastornos de personalidad empeoraron. Cada vez tenía menos capacidad para funcionar".
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