martes, 25 de diciembre de 2018

El secreto de un millonario judío y Malaquías 3:10; si quieres ser millonario da tu dinero ganado con esfuerzo a la caridad.


El secreto de un millonario judío y Malaquías 3:10; si quieres ser millonario da tu dinero ganado con esfuerzo a la caridad.


¿Quién Quiere Ser Millonario?

Bernard Hochstein tenía un método a prueba de balas para ser millonario: Dar tu dinero, ganado con mucho esfuerzo, a caridad.




por Riva Pomerantz



Bernard Hochstein, un hombre realmente admirable, vivió bajo sus principios e inspiró a otros a que hicieran lo mismo. A la edad de 96 años, su alma se reunió con su creador, y su maravilloso legado es una inspiración para todos nosotros.



Nacido en Polonia en 1913, Bernard Hochstein, (más conocido por sus cercanos como Rev Dov), tenía 6 años cuando su familia emigró a Holanda. A los 13, conoció a Israel Aharonson, un comerciante de diamantes que trabajaba cada día hasta que conseguía lo necesario para ese día, y después cerraba su tienda y se iba a estudiar Torá. Él instruyó al joven Bernard durante 14 años, impartiéndole no sólo amor por la Torá, sino también un sólido entendimiento acerca del valor del dinero como una herramienta, y no como un fin en sí mismo.



Visión e intuición indicaron que los rumores siniestros que emanaban de Alemania eran mortalmente serios, y estaban en lo correcto. Bernard y su mujer, Miriam, dejaron Holanda en mayo de 1939 y se dirigieron a Río de Janeiro, justo a tiempo. A pesar de haber conseguido milagrosamente visas para Brasil, Bernard tenía deseos de asentarse en Norteamérica, ‘la tierra de las oportunidades’. El cónsul norteamericano en Río inmediatamente amortiguó su entusiasmo citando la mínima “Cuota Polaca”, el número de polacos que los Estados Unidos dejarían ingresar al país. Pero en menos de dos años él fue llamado nuevamente a la embajada, en donde el cónsul, actuando con ingenuidad, emitió la única visa disponible de acuerdo a la “Cuota Polaca”, e ingresó por otra parte a su esposa de nacionalidad inglesa y a sus dos hijos “ingleses” bajo una cuota británica. Un solo cupo polaco hizo que toda la familia Hochstein viajara a Norteamérica, pero no antes que Bernard, el activista comunitario eterno, fundara una sinagoga en Río de Janeiro que continúa existiendo hasta el día de hoy.





Pero Bernard nunca relacionó la palabra “éxito” con la palabra “financiero”. Para él el dinero era sólo una herramienta.



Ellos llegaron a la bahía de Nueva York y comenzaron a trabajar de inmediato. Bernard había creado un nicho para sí mismo vendiendo encendedores, luego había pasado a las pipas de calidad. En los Estados Unidos, Bernard continuó desarrollando su negocio vendiendo costosas pipas de manufactura europea a famosas cadenas comerciales a lo largo del país. Así nació Mastercraft Pipes y eventualmente se convirtió en una marca de prestigio. Bernard Hochstein era un éxito financiero.



Pero Bernard nunca relacionó la palabra “éxito” con la palabra “financiero”. Para él el dinero era sólo una herramienta. El apreciaba las complejidades de su vida, notaba todos los maravillosos regalos que había recibido y sabía que tenía que hacer algo generoso a cambio. Él siempre había separado el diezmo de sus ganancias, cumpliendo así con los mandamientos de la Torá, pero en cierto momento a lo largo del camino, Bernard entendió que dar caridad no era sólo un mandamiento; era una inversión.



Bernard Hochstein vivía de acuerdo al versículo: “Y me pondrás a prueba en esto, dice Dios, si no abriré para ustedes las puertas de los cielos y los vaciaré para ustedes en bendiciones sin fin” (Malaquías 3:10). Este verso indica que el hombre puede poner a prueba a Dios en el área del maaser, dar el diezmo de las ganancias, esperando abundancia y bendición a cambio de dar caridad. Este fue el modus operandi de Bernard a lo largo de su vida.





Bernard compartía su profunda creencia en dar el diezmo y su amor por apoyar a fundaciones de caridad, a través de seminarios en los cuales se explicaba cómo tener éxito recolectando fondos (fundraising) y la importancia de diezmar las ganancias. “Si das $100,000 dólares a caridad, te prometo que serás millonario. ¿Y qué ocurre si no tienes $100,000 dólares para dar?, ¡entonces ayuda a que otras personas los den!”.



Él predicaba y practicaba, siempre alentando a otros para que se unieran a su red de filantropía. Durante una cena anual de una Yeshivá a la cual él apoyaba, una joven recién casada perdió su anillo de diamantes. Ella estaba visiblemente afectada, y esto llamó la atención de Bernard. Él se dirigió a otro de los donantes que estaba sentado a su lado y le dijo, “¿Qué te parece si dividimos el costo del anillo 50-50 para que esta joven vuelva a su casa feliz?”. El otro donante aceptó, y los dos escribieron cheques para la joven que estaba muy emocionada y agradecida ante la oportunidad de recobrar su anillo de compromiso.



Unos cuantos días más tarde, se supo que un miembro de la Yeshivá había encontrado el anillo durante la cena y lo había guardado en una oficina por motivos de seguridad. El anillo fue devuelto a su dueña y la Yeshivá llamó al Sr. Hochstein para avisarle que devolverían su cheque.



“Un momento”, dijo él. “¿Qué hace el marido de la joven para ganarse la vida?”, preguntó. Le dijeron que el marido de la joven era maestro en una Yeshivá. “¡Díganle que se quede con el dinero!”, respondió.



Luego la Yeshivá llamo al otro donante y le informó que le devolverían su cheque. “Un momento”, dijo. “¿Qué dijo Hochstein acerca de esto?”. El encargado le dijo que Bernard había acordado que la mujer se quedara de todas maneras con el dinero. “¡Yo haré lo que haga Hochstein!”, respondió el otro donante

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