martes, 25 de diciembre de 2018

Los Hijos de Noé: todos somos descendientes de Noé


Los Hijos de Noé: todos somos descendientes de Noé

Por Yanki Tauber

“Noaj era un hombre virtuoso en su generación” (Génesis 6:9)

Entre nuestros Sabios, algunos interpretan este versículo como alabanza: [si fue virtuoso en una generación de malvados,] cuánto más habría sido si hubiese vivido en una generación de virtuosos. Y otros lo interpretan como una reprobación: comparado con las personas de su generación él era virtuoso; pero si hubiera estado en la generación de Abraham, se lo consideraría como nada.




(Rashi, sobre el versículo)

Todo sobre Noaj puede verse bajo una luz positiva, y o una luz negativa.

Noaj construyó el famoso bote salvavidas que lo protegió junto a otros siete humanos (su esposa, sus tres hijos y sus esposas) del Gran Diluvio. Así que uno puede agradecerle por salvar a la humanidad, o puede criticarlo (como el Zohar lo hace) por no salvar al resto de su generación.

La Torá nos dice que Noaj no entró en el arca hasta el último minuto, cuando las lluvias ya estaban cayendo. Se puede loar su optimismo, o se puede señalar (como Rashi lo hace) que era de los “pequeños creyentes” en las palabras de Di-s.

La Torá también relata que incluso después de que las aguas del Diluvio habían retrocedido y la tierra se había secado, Noaj no abandonó expresamente el arca hasta que Di-s se lo ordenó. Se lo puede llamar tímido, o puede admirarse (como lo hacen nuestros Sabios) su obediencia: Di-s le había ordenado que entrara en el arca, y por eso permanecería en el arca hasta que Di-s le dijera que saliera.

La primer cosa que hizo Noaj para desarrollar la tierra recientemente yerma que encontró al salir del arca, fue plantar un viñedo, hacer vino y emborracharse. Uno puede desanimarse por su inconstancia, o aplaudir su determinación para infundir un poco de alegría y regocijo en un mundo desolado.

Noaj vivió 950 años—bastante tiempo para hacer todo mal y todo lo correcto.

Somos todos descendientes de Noaj.

Noaj es descendente de Adám, por lo que todos somos hijos de Adám, también. Pero el término usado por el Talmud y la Halajá (la ley de Torá) para la humanidad en conjunto es B’nei Noaj (“los hijos de Noaj”). Las siete leyes universales de moralidad que están ligadas a cada ser humano (y que prohíben idolatría, blasfemia, asesinato, robo, el adulterio e incesto, y crueldad a los animales, y ordenan asignar el establecimiento de cortes de justicia) se llaman “Las Siete Leyes Noájicas”—aunque seis de ellas ya se ordenaron a Adám.

Adám fue el primer hombre. Noaj fue el primer ser humano.

Jabad

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