Una noche mientras dormía, sentí que mi espíritu abandonaba mi cuerpo y era llevada por un personaje hacia el cielo.
De pronto pude ver mi cuerpo tendido en la cama mientras subía rápidamente surcando el cielo con una rapidez extrema.
De repente llegué a un lugar en las alturas donde escucho una voz que me dice: “Te mandé a buscar porque quiero mostrarte unas cosas”.
De pronto, el personaje que me acompañaba, me llevó a un lugar donde me deja frente a un túnel muy oscuro, por donde yo comencé a caminar hasta llegar al final.
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De momento llegué a un lugar que parecía un mar de un líquido espeso, donde habían muchas personas gritando: “¡ay, ay, ay, por favor, sáquenme de aquí, yo no quiero estar aquí!”. En sus rostros reflejaban un gran sufrimiento, dolor y desesperación.
Al cambiar mi vista, vi en otro lugar un personaje alto (el diablo) el cual se reía de los que allí se encontraban. El lugar se estremecía cuando éste se reía a carcajadas y se burlaba de ellos. El diablo les decía con una voz de estruendo y resonante:
“¡ustedes son míos, yo me los gané, nadie me los puede quitar, ustedes hacían mis obras, ustedes me obedecían a mí, ustedes hacían lo que yo les ponía en sus pensamientos, yo era su dios!”.
Tengo que mencionar que allí en el infierno había personas de todas las religiones.
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El diablo se reía en gran manera de los que se habían convertido al evangelio (cristianos), asistían a la iglesia pero no se habían apartado de las prácticas de pecado de su vida pasada. Estos no vivían una vida de santidad ante Dios. Continuaron pecando haciendo las cosas malas del mundo.
A estos les decía:
“Ustedes me servían a mí, ustedes practicaban las obras que yo les ponía en sus pensamientos, ustedes me obedecía a mí, ustedes no le servían a El”… (al decir esta frase ‘él’ señalaba a Jesús, pero no mencionaba su nombre)… “Son míos y nadie me los puede quitar”.
Hermanos y amigos, el dolor y la desesperación que tenían aquellas personas en ese lugar, era algo insoportable y triste de observar. Yo no quisiera ver en ese lugar ni al peor ser humano que exista o haya existido sobre la faz de la tierra.
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De pronto, salí de aquel lugar por el mismo túnel oscuro por donde había llegado. Al llegar arriba, volví a encontrarme con el mismo personaje que me dijo: “Te he mostrado estas cosas para que sepas que el infierno es real. Quiero que ahora bajes a la tierra y los ayudes a escapar de este lugar. Adviérteles que ese lugar existe y trata de convencerlos para que no escapen de ese lugar de tormento”.
Hermanos y amigos, cuando finalmente fui regresada a mi cuerpo, quedé grandemente conmovida al ver cuán desentendido vive el mundo de esta gran verdad la cual me había sido revelada.
La Biblia registra en Apocalipsis: 20:10-15. “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban La bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos. Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en el, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que habían en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que habían en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”.
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Sin duda alguna, todos tendremos que algún día, dar cuenta de todas las cosas que hayamos hecho sobre la faz de la tierra.
Siempre que se predica sobre el infierno, la gente piensa que se busca infundir miedo (temor) con el propósito de que la gente acepte a Jesucristo. Líbreme Dios de utilizar este testimonio con el propósito de crear desasosiego o tristeza. Con este testimonio sólo tengo el interés de cumplir con una encomienda que me fue dada por el Señor el día que me fue mostrado el infierno.
Lo que yo deseo y anhelo es que todos podamos escapar de ese lugar de tormento. Yo te invito a que visites una iglesia de sana doctrina. Aceptes a Jesucristo como tu salvador y escapes de ese lugar tan terrible.
¡Dios te bendiga y bendiga tu hogar!
Manuela Quiñones
Puerto Rico
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