martes, 22 de septiembre de 2015

4 LUNAS DE SANGRE ANUNCIAN CRISIS EN EL AÑO 2015

Lunas
Proféticamente hablando, los últimos meses de 2015 son muy significativos, pues el 28 de septiembre se dará el último de cuatro eclipses lunares que coinciden con fiesta judía. Se les llama "tétrada de lunas de sangre" pues en ellos la luna se torna color de rojo.

La coincidencia de cuatro lunas rojas con fiestas judías es verdaderamente excepcional, y siempre con ellas ha sucedido algún acontecimiento histórico de importancia para Israel y para el mundo entero. Lunas rojas tétradas coincidieron con la expulsión de los judíos de España, y en 1948, cuando éstos volvieron a la Tierra prometida y se refundó el Estado de Israel en Palestina, y también en la guerra de los seis días.
En 2014, la primera luna de sangre fue el 15 de abril, coincidiendo con la Pascua judía; la segunda fue el 8 de octubre de 2014, coincidiendo con la fiesta de los Tabernáculos; la tercera fue el 4 de abril de 2015, coincidiendo nuevamente con la Pascua; y la cuarta luna roja será el próximo 28 de septiembre de 2015, concordando nuevamente con la fiesta de los Tabernáculos. En medio de las cuatro lunas de sangre, hubo un eclipse solar que coincidió con el inicio del año judío, día 29 de Adarkjj (20 de marzo de 2015). Esto es verdaderamente excepcional.
Las siete fiestas que celebran los judíos, prescritas por Moisés, son sublimadas y llevadas a sentido pleno por Jesucristo. Las cuatro primeras fiestas se celebran en primavera, y ya adquirieron su significado salvífico total. Las tres restantes se celebran en el otoño, y están aún por adquirir su sentido de compleción soteriológica mediante tres hechos futuros por parte de Dios.
A la pascua judía en Egipto (Pesach), Jesús le dio su sentido pleno el Jueves Santo, con la institución de la Eucaristía, en la que celebró su propia Pascua, la entrega voluntaria e incondicional de su vida a los hombres para que obtuviéramos la liberación del pecado y de la muerte: "Ardientemente he deseado comer esta pascua con ustedes antes de padecer, y no la volveré comer hasta que tenga su cumplimiento pleno en el Reino de Dios" (Lc 22, 7).
La fiesta judía de los panes ácimos (Matzot) que se celebra el sábado siguiente de la Pascua, adquirió su sentido pleno con el entierro de Jesucristo y su descanso en el sepulcro, el Sábado Santo.
La tercera fiesta, llamada de los primeros frutos (Bikkurim), que se celebra al día siguiente del Shabat, encontró su plenitud salvífica el Domingo de Resurrección, ofreciendo Jesucristo el fruto de la redención a todos los hombres.
La fiesta de la cosecha (Shevuot), que celebran los judíos a los cincuenta días de la fiesta de los primeros frutos, se iluminó divinamente con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, enviado por Jesucristo a los discípulos cincuenta días después de su Resurrección.
Están todavía por adquirir su sentido pleno las tres fiestas judías que se celebran en el otoño.
La primera de ellas es la fiesta de las trompetas (Rosh Hashana), la cual adquirirá su sentido pleno con el "Rapto de los Santos" o "Arrebato de los Fieles" descrito por San Pablo.
El Arrebato, o Rapto de los fieles, es la traslación física, acompañada de un proceso de transformación, de quienes ya hayan alcanzado su plena santificación en Cristo. El Rapto es simultáneo al gran terremoto en que resucitarán los difuntos santos del Nuevo Testamento.
El Rapto y resurrección de los santos son acontecimientos profetizados por San Pablo: "Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel y al son de la trompeta, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos para siempre con el Señor" (I Tes 4, 16).
Y añade: "No todos moriremos, pero todos seremos transformados. En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene el último toque de trompeta. Porque sonará la trompeta y los muertos serán resucitados para no volver a morir y nosotros seremos transformados" (I Cor 15, 51).
Nótese el énfasis de San Pablo, "Porque sonará la trompeta", y su relación con la fiesta judía de las trompetas, la cual adquirirá entonces su sentido salvífico pleno, el del aviso a la humanidad de que se acerca el Retorno glorioso de Jesucristo.
Quienes hayan muerto en santidad volverán a la vida, al igual que sucedió el Viernes Santo en el momento en que murió Jesucristo, cuando "se abrieron los sepulcros, y muchos santos que habían muerto resucitaron" (Mt 27, 52). Éstos, nos dice el Evangelio, se aparecieron en Jerusalén a muchas personas durante los cuarenta días que Jesús estuvo resucitado entre los suyos. Se trata de los santos del Antiguo Testamento. Ahora, resucitarán los santos del Nuevo Testamento.
La resurrección de los santos para reinar con Cristo en el mundo recibe en las Escrituras el nombre de "primera resurrección". Una segunda resurrección sucederá, mil años después, "para el resto de los muertos", incluidos los condenados (Ap 20: 5-6).
La sexta fiesta judía, que también falta por ser sublimada por Dios, posterior a la fiesta de las trompetas, es el "día de la expiación" (Yom Kipur), que corresponderá a los siete años de la Gran Tribulación (el "grande y terrible "Día del Señor") que culminará con la segunda venida de Cristo o "Parusía".
Por último, la séptima fiesta, la de los tabernáculos (Sukkot), adquirirá su pleno sentido con la instauración del Reino de Cristo en el mundo, el cual, según el Apóstol San Juan, durará "mil años", que bien pueden ser mil años físicos o también el significado de "tiempo largo".
Los acontecimientos predichos en las Escrituras y que yacen en el futuro próximo son, además del Rapto de los Santos, el ataque militar contra Siria, instigado por Israel, (predicho en Isaías, 17) y la respuesta, una gran guerra en la que Rusia y los países árabes atacarán simultáneamente a Israel (Ezequiel 38) nuestra 3a Guerra Mundial. A ello hay que sumar el Gran Aviso dado a conocer en Garabandal, la iluminación interior de todas las conciencias que sucederá, según la principal de las videntes, cuando la situación mundial esté en su peor momento.
El Rapto o Arrebato de los Santos es resultado de una intervención divina selectiva: "Entonces estarán dos en el campo, el uno será tomado, y el otro será dejado. Estarán dos mujeres moliendo en un molino, una será tomada, y la otra será dejada" (Mt 24, 40).
El Rapto tiene el doble propósito de premiar la virtud de quienes fueron fieles a Cristo y a su doctrina-, y de evitarles la purificación de la Gran Tribulación ("Día del Señor"), misma que ya no necesitan.
Es muy significativo el sentido pleno del Rapto dado por Dios a la fiesta judía de las Trompetas. En el Antiguo Testamento, Israel utilizaba la trompetas para anunciar una celebración, una guerra o una alarma para el pueblo. La trompeta solo podía ser usada por el sacerdote para convocar a la asamblea, día santo o sacrificio. La emisión del gran sonido de trompeta, que podía ser de plata o cuerno de carnero, era celebratorio o anuncio de algo muy importante.
El "Día del Señor", a quien diversos profetas le aplican los adjetivos, "grande y terrible", tiene su inicio después del toque de la trompeta de la Guerra y del Rapto, con el gran terremoto, después de los signos cósmicos del sol y de la luna. El "Día de Yahveh" (Yom Kipur) es todo el conjunto de juicios por los que la humanidad será purificada antes de la Parusía (Sukkot). En el Apocalipsis, estos juicios son siete, y tienen tres niveles distintos: sellos, trompetas y copas, mezcla de fenómenos humanos y naturales.
Uno de los aspectos sobresalientes de la cercana Guerra de Ezequiel es el énfasis sobre el "Día del Señor" y su conexión con el sexto sello del Apocalipsis. La "luna roja" de Joel (Jl 3, 4) es comúnmente relacionada con la "luna roja" que se observa al inicio del sexto sello:
• Joel 3, 4: "El sol se cambiará en tinieblas y la luna en sangre, antes de la venida del Día de Yahveh, grande y terrible".
• Apocalipsis 6, 12: "Y seguí viendo. Cuando abrió el sexto sello se produjo un violento terremoto: y el sol se puso negro como un paño de crin, y la luna toda como sangre".
La luna en sangre del sexto sello se identifica sin duda alguna con la luna roja de Joel que debe "preceder" al Día del Señor, por la reacción de los seres humanos en la Tierra en cuanto el resto de eventos del sexto sello tienen lugar: "Y los reyes de la Tierra, los magnates los tribunos, los ricos, los poderosos, y todos, esclavos ó libres, se ocultaron en las cuevas y en las peñas de los montes. Y dicen a los montes y a las peñas: 'Caed sobre nosotros y ocultadnos de la vista del que está sentado en el trono y de la cólera del Cordero. Porque ha llegado el Gran Día de su cólera y ¿quién podrá sostenerse?" (Ap 6, 15-17).
La actitud de los seres humanos en la Tierra pone de manifiesto que ellos entienden que "el grande y terrible Día del Señor" está por comenzar. Éste es precedido por el oscurecimiento del sol, y por la luna roja "como sangre" y el terremoto descritos en Ap 6, 14: "Y el cielo fue retirado como un libro que se enrolla, y todos los montes y las islas fueron removidos de sus asientos".
Ambas descripciones, de Ezequiel y del Apocalipsis, se combinan para ofrecer un claro panorama de los eventos englobados en el inicio del "Día del Señor", o día de la expiación judía (Yom Kipur). Es difícil pensar que tal similitud de acontecimientos tenga lugar dos veces. Con todo, hay que decir que los hechos se darán muy rápido uno detrás del otro.
Por otro lado, podemos observar que la gran multitud que está en pie delante del Cordero (Ap 7, 9), y que sin duda incluye a quienes fueron arrebatados, se relaciona con aquella descrita por Jesucristo en su relato de los eventos del fin de los tiempos:
"Guardaros de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las disipaciones de la vida, y venga a aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la Tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está por venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre" (Lc 21, 34).
Jesucristo sugiere que aquellos que se mantengan fieles a Él podrán "escapar" a dichos acontecimientos y estar en pie delante de Él. Esto ofrece un elemento adicional al Rapto previo a la Gran Tribulación, ya que las pruebas para los creyentes son descritas como "libertinaje, embriaguez y disipaciones de la vida" y es muy difícil pensar que esas tentaciones se apliquen a los creyentes perseguidos como lo estarán durante el Día del Señor. Y si, una vez que la marca de la Bestia se aplique a escala global, los creyentes no marcados difícilmente podrán comprar comida, mucho menos se puede pensar que estarán envueltos en "disipaciones y libertinaje".
Lo más notable, siguiendo con el tema del Arrebato, coincidente con la fiesta judía de las trompetas (Rosh Hashana), es la descripción que Cristo da de los creyentes que "escaparán" a lo que "está por venir". Él afirma que ellos estarán "de pie delante del Hijo del hombre". Nos recuerda la descripción de San Juan en el Apocalipsis: "Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podía contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y del Cordero" (Ap 7, 9).
Las palabras de Jesús y de San Pablo se combinan para decirnos que los santos nunca más serán separados de Cristo. Y dado que los 24 ancianos son descritos anteriores y como separados del Cordero, no es posible que éstos sean ó simbolicen a los santos raptados y resucitados en el sexto sello. Por otro lado, la gran multitud obedece mejor a las palabras de Jesús y de San Pablo pues están inmediatamente descritos "estando en pie" en el Cielo ante la presencia del Cordero.
Además, existe otro elemento a tomar en cuenta en el discurso de Jesús al usar la palabra "escapar" como descrita antes de los eventos que ocurrirán a los creyentes previamente a los hechos de la Gran Tribulación. San Pablo usa una terminología semejante: "... y esperar así a su Hijo Jesús que ha de venir de los cielos, a quien resucitó de entre los muertos y quien nos salvará de la cólera venidera" (1 Ts 1, 10).
Jesús se refiere a esa acción como "escapar", y San Pablo la describe como "salvación" ó "rescate", un rescate de la cólera "que está por venir". Pablo continúa el tema inmediatamente después de que da a conocer el misterio del Rapto en su primera carta a los Tesalonicenses (1 Ts 4, 13): "Porque Dios no nos ha destinado para la cólera, sino para obtener salvación por nuestro Señor Jesucristo" (1 Ts 5, 9). Nuevamente, los operadores de mal están destinados a la ira, mientras que los fieles serán rescatados para obtener "salvación". Estos textos no se llevan a cumplimiento más claramente que en coincidencia con la apertura del sexto sello, previa a que inicien los acontecimientos.
Después de eso, la ira de Dios caerá cuando se sacuda la Tierra entera. Los cristianos que hayan quedado después del Rapto y todos los habitantes responderán a esta catástrofe con miedo y terror, y exclamarán "El gran día de la ira de Dios ha llegado". En la historia, hasta ahora han crecido juntos el trigo y la cizaña. Ahora la cizaña es cortada y echada fuera.
Cabe resaltar que, en las Escrituras, la resurrección de los santos está siempre relacionada con terremoto, como sucedió el Viernes Santo después de la muerte de Cristo, cuando "tembló la tierra y muchos santos resucitaron". Esos fueron los santos del Antiguo Testamento. Por ello mismo, es altamente probable que el terremoto del sexto sello coincida con la "primera resurrección" de San Pablo, la de los santos del Nuevo Testamento, seguido inmediatamente del Rapto.
La explicación que los promotores del Gobierno Mundial y de la nueva "Iglesia" le darán al Rapto de los Santos, será la de "abducciones" por parte de "seres galácticos superiores", proponiendo que esas abducciones se darán porque supuestamente "estorban a la "evolución" de la Tierra y de la Iglesia. Se prepara ya gran cantidad de literatura en ese sentido.
La cercanía de ambas cosas, Arrebato y apertura del sexto sello, será fácilmente previsible por un signo claro que Jesucristo nos dio: el incremento de amenazas de guerra: "Se levantará nación contra nación, y reino contra reino" Mt 24, 7. Es el mismo orden que se observa en el Apocalipsis en el segundo sello, el que corresponde al caballo rojo, el de la guerra: "Entonces salió otro caballo, rojo: al que lo montaba se le concedió quitar de la Tierra la paz para que se degollaran unos a otros: se le dio una espada grande" (Ap 6, 4). Sólo después aparecen el tercer caballo del hambre, y el cuarto de las pestes que, por otro lado, normalmente son las consecuencias lógicas de las guerras.
Hay que estar atentos a los acontecimientos en los Estados Unidos al finales del mes de septiembre de 2015, y a los que involucrarán a la nación de Rusia y de Israel, de gran significado escriturístico. La fiesta judía de las Trompetas que anuncia el Día del Señor (Rosh Hashana) adquiere un sentido pleno cristiano de gran optimismo y esperanza. Las trompetas anuncian el Retorno de Jesucristo y, si bien conllevan el tema de la guerra previa, la persecución cristiana y las catástrofes globales y cósmicas, están para anunciar la llegada inminente de Cristo como Rey universal, así como el triunfo de sus seguidores que lograron serle fieles.
Dentro de la Iglesia hay que estar atentos a la situación especialísima de los dos Papas en Roma. Muchos parteaguas muy interesantes.

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