La Biblia nos dice que cuando Cristo regrese a la tierra, Él mismo se establecerá como Rey en Jerusalén, sentándose en el trono de David (Lucas 1:32.33). Los pactos incondicionales demandan un retorno físico de Cristo para establecer Su reino. El pacto Abrahámico prometió una tierra para Israel, un postrero gobernante, y una bendición espiritual (Génesis 12:1-3) El pacto Palestino prometió a Israel una restauración de la tierra y su ocupación (Deuteronomio 30:1-10). El pacto Davídico prometió a Israel el medio por el cual perdonaría a la nación y podría ser bendecida (Jeremías 31:31-34).
En la Segunda Venida, estos pactos serán cumplidos mientras Israel es reunido de entre las naciones (Mateo 24:31), convertido (Zacarías 12:10-14), y restaurado a su tierra bajo el gobierno del Mesías, Jesucristo. La Biblia habla sobre las condiciones durante el Milenio, como un ambiente física y espiritualmente perfecto. Será un tiempo de paz (Miqueas 5:2-4; Isaías 43:17-18); gozo (Isaías 61:7,10); confort (Isaías 40:1-2); sin pobreza (Amos 9:13-15), ni enfermedad (Joel 2:28-29). La Biblia también nos dice que solo los creyentes entrarán en el Reino Milenial. Por esto, habrá un tiempo de completa justicia (Mateo 25:37; Salmo 24:3-4); obediencia (Jeremías 31:33); santidad (Isaías 35:8); verdad (Isaías 65:16); y llenura del Espíritu Santo (Joel 2:28-29). Cristo regirá como Rey (Isaías 9:3-7; 11:1-10), con David como gobernante (Jeremías 33:15,17,21; Amos 9:11). Nobles príncipes también gobernarán (Isaías 32:1; Mateo 19:28). Jerusalén será el centro “político” del mundo (Zacarías 8:3).
Apocalipsis 20:2-7 simplemente da el período de tiempo preciso del Reino Milenial. Aún sin estas Escrituras, hay muchísimas otras que apuntan hacia un literal reinado del Mesías en la tierra. El cumplimiento de muchas de las promesas y pactos de Dios descansan sobre un literal y físico reino futuro. No existen bases sólidas para negar una aceptación literal del Reino Milenial y sus 1000 años de duración.
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