Jorge Iacobsohn
Es llamativo el silencio de la máxima dirigencia del mundo católico, el Vaticano, ante las últimas votaciones de la UNESCO que deniegan el vínculo judío y cristiano con Jerusalén, legitiman la reescritura de la historia de según la propaganda islamista y palestina y que responden a la presión árabe.
Dado que las votaciones en los ámbitos de las Naciones Unidas no se definen según la justicia o no de las ideas sino según el peso numérico (55 naciones islámicas y sus aliados), esto produce situaciones injustas como ésta, que tuvieron que ser condenadas por la jefa de la UNESCO Irina Bokova y por Ban Ki Moon, presidente saliente de las Naciones Unidas.
Si bien ambos jefes no tienen la autoridad para revertir las votaciones, utilizaron su investidura para defender la moralidad de las instituciones que defienden, llamando a una visión plural y tolerante.
El Vaticano, o su líder el Papa Francisco, no han pronunciado ni una palabra sobre estos hechos que lo afectan directamente. ¿Este es el fruto de tantos años de acercamiento entre judíos y católicos, entre Israel y la Santa Sede? ¿El miedo ante la intolerancia justifica el silencio?
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