Durante una reunión especial el lunes (18), Estados Unidos necesitó ejercer su poder de veto, siendo una de las cinco naciones con este derecho por tener asiento cautivo en el Consejo.
Esta cuestión ahora puede llevarse a la Asamblea General, donde debe ser aprobada. En caso de que esto ocurra, creará un imbróglio diplomático sin paralelo en la historia de la ONU.
La embajadora estadounidense en Naciones Unidas, Nikki Haley, hizo un discurso vehemente diciendo que “Ningún país va a decir a Estados Unidos donde debemos colocar nuestra embajada“. Rechazo también las acusaciones sobre el anuncio dicho por Donald Trump el 6 de diciembre, donde esta dificulta el proceso de paz entre israelíes y palestinos.
“Es escandaloso decir que estamos obstaculizando los esfuerzos de paz“, aseveró. “Lo que los palestinos ganan al poner obstáculos en las negociaciones? Un proceso de paz que niega a Jerusalén como capital de Israel no es un proceso de paz“.
La postura de Trump rompió con décadas de ‘consenso’ dentro de la ONU, que sigue defendiendo que el ‘status’ final de la ciudad debe ser estipulado dentro de una negociación de paz entre israelíes y palestinos.
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