lunes, 19 de septiembre de 2016
El circo y los enanos de Peña Nieto. Por Camilo Egaña de CNN
En una semana se puede ir del Olimpo a las cloacas del poder. En la Roma imperial y en el México de Peña Nieto.
Claro, el viaje se puede hacer incluso en menos tiempo pero no con igual resonancia.
La cara del presidente mexicano Enrique Peña Nieto cuando anunció la renuncia de su ministro de Hacienda y la cara del propio Luis Videgaraydemuestran que algo huele demasiado mal en Los Pinos y que a esta altura del partido usar a Shakespeare como referencia de lo que sucede en México ya dice poco.
Videgaray y Peña eran la sombra y el cuerpo, el punto y la coma. Videgaray fue uno de los arquitectos políticos del actual gobierno. Diseñó el plan de reformas estructurales con que Peña Nieto inquietó a ciertos empresarios locales y sorprendió sobre todo a la prensa internacional. Recuerden aquella eufórica portada de la revistaTime, febrero de 2014, en la que aparecía Peña como el salvador de México.
Peña Nieto no dijo por qué renunciaba su secretario de Hacienda.
Cuando Donald Trump aterrizó a finales de agosto en México, sin que el canciller mexicano supiera nada, CNN adelantaba esa misma noche que, según fuentes solventes, ese economista que se ha ido habría sido el artífice de la visita. Esa misma noche mi colega Mario González, lúcido e informado hasta el agotamiento, parafraseaba en cámara ese estribillo de Juan Gabriel que dice: “Pero qué necesidad, para qué tanto problema…”.
¿Por qué Peña Nieto habría aceptado una sugerencia tan estrambótica y suicida? ¿Y qué cree conseguir ahora con esa renuncia de su ministro de Hacienda?
Si Peña Nieto conoce de veras el refranero popular, tal vez se habrá lamentado en estos términos: “A este paso, monto un circo y me crecen los enanos”.