viernes, 9 de septiembre de 2016

Daniel Dias: “No me veo con discapacidad, sino como un ser creado por Cristo”

Quince podios Paralímpicos, 30 medallas en campeonatos del mundo, 27 en Juegos Parapanamericanos y seis marcas mundiales. Por tales logros obtenidos por Daniel Dias se le dio el título principal en nombre deporte paralímpico de Brasil, el atleta que no siempre aceptó su discapacidad.
Daniel Dias nació en Campinas, Sao Paulo, con malformación congénita de los brazos y la pierna derecha. Se creó en un hogar evangélico y lleno de amor, pero cuestionó a Dios en muchos momentos de su infancia.

“A veces me cuestioné, cuestioné a Dios: ‘¿Por qué yo?’. Cuando fui a la escuela, yo era “diferente”. Los niños me miraban, me daba vergüenza. Hubo momentos en que fui llamado Saci, lisiado … Momentos que perjudicaron al niño Daniel”, dice él a la organización Atletas en Acción.
Pero todo cambió cuando Daniel Dias vio los Juegos Paralímpicos de Atenas, allí descubrió el deporte para personas con discapacidad. Él dejó Camanducaia, en Minas Gerais y se trasladó a Sao Paulo, con el fin de mejorar en la natación.
En tan sólo ocho lecciones, Daniel aprendió los cuatro estilos de natación: mariposa, espalda, pecho y estilo libre.
“Fue donde vi la mano de Dios mostrándoseme: Este es un regalo, úsalo para hablar de mí”, dice el atleta.
En dos años, Daniel ya estaba representando a Brasil en una competición internacional. En 2008, compitió en los Juegos Paralímpicos de Pekín, donde ganó nueve medallas, más que cualquier competidor. En las Paralimpíadas de Londres, Daniel ganó 6 medallas de oro y rompió seis marcas mundiales.
La carrera en el deporte le dio a Daniel el trofeo Laureus, una especie de “Oscar del Deporte”, como mejor deportista paralímpico de 2008. Hasta entonces, sólo tres brasileños habían recibido este premio: Pelé (Fútbol, ​​2000) Ronaldo El Fenómeno (Fútbol, 2003) y Bob Burnquist (Skateboarding, 2002).
“Asistes a las Paralimpíadas, cuatro años más tarde estás presente en una y sales de allí, sin embargo, como el mayor medallista. Hay cosas que la gente no puede explicar, hay cosas que tenemos que demostrarle a la gente que es el acto de Dios”, dijo el atleta.
Hoy en día, Daniel Dias dice con convicción que no hay que poner límites a sus vidas, porque lo imposible es una cuestión de opinión. “Es curioso, porque me miro en el espejo y no me veo como una persona con discapacidad. Me veo como un ser que fue creado por Cristo”, dice.
“A través de todos estos logros, estoy empezando a entender por qué Dios me ha creado así. Pero la principal [razón] es servirle, es estar aquí como su discípulo”, dice Daniel. “Todo esto de lo que estamos hablando, de conquistas pasará, pero el amor de Cristo nunca pasará”.
“Cristo no me mira por no tener un brazo o una pierna. Cristo ve en nuestros corazones. Aquí ahora me siento libre, me siento como nadie. Veo aquel momento de deficiencia que ya no existe”, concluye.