viernes, 11 de diciembre de 2015
La disputa entre judíos y árabes empezó ya en vida de Abraham
¿Qué divide más a los pueblos judío y palestino, la tierra o la religión? La cuestión ha vuelto a encender la polémica con el telón de fondo de la contienda en torno a la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, tercer lugar más sagrado del islam y donde también se sitúa el Muro de las Lamentaciones, vestigio del Templo hebreo y lugar más sagrado del judaísmo.
La disputa por la tierra es reciente: comenzó con la creación del Estado de Israel en 1948. El contencioso religioso entre judíos y árabes se remonta en cambio -según el Corán, el libro sagrado del islam, creencia de la mayoría de los miembros de la etnia árabe- a muchos siglos antes. En concreto a los hijos del patriarca Abraham, “padre de todos los creyentes”, tanto para judíos como para cristianos y musulmanes.
La Biblia, libro sagrado de hebreos y de cristianos, relata en el Éxodo cómo se produjo el conflicto familiar. Abraham tuvo a Isaac de su esposa Sara, y también un hijo de la esclava egipcia Agar, Ismael. A raíz de las burlas de este hacia Isaac, Sara habló con su esposo pidiéndole que enviase a Agar y a su hijo lejos de allí. Hay consenso entre los estudiosos en que los árabes -o “ismaelitas”- descienden de la rama de Ismael. Pero ahí termina el acuerdo. El Corán -escrito muchos siglos después de la Biblia- afirma, “por revelación a Mahoma”, que fue Ismael y no Isaac el hijo primogénito de Abraham y el elegido para ser sacrificado a Dios, aunque finalmente un ángel detuvo la mano del patriarca. Judíos y cristianos consideran que en ese punto (y en bastantes otros) el Corán manipula las Escrituras sagradas, para poder concluir que son los árabes y no los judíos los “hijos de la promesa” hecha por Dios a Abraham.
La controversia religiosa entre judíos y árabes musulmanes tiene una lectura positiva: ambos proceden del mismo tronco. Los vínculos de sangre entre judíos y árabes están también subrayados por el hecho de que los dos son pueblos semitas; descienden de Sem, hijo de Noé, emparentado también con Jesús como relata la genealogía del evangelista Lucas.
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