El mundo entero califica de “histórico” el triunfo de la oposición venezolana en las elecciones legislativas. Desde la perspectiva de la comunidad judía, la esperanza de un tiempo nuevo se suma a la de un acercamiento de Venezuela e Israel, de recuperación y reparación de las relaciones bilaterales. David Bittan Obadia, ex presidente de CAIV, la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela, analiza las nuevas circunstancias y perspectivas, para laAgencia Judía de Noticias.
El resultado de las elecciones para escoger a los integrantes del Parlamento Venezolano - que todavía está en curso en su conteo de números definitivos - representa la esperanza de millones de venezolanos, que de manera abrumadora han dicho ¡basta ya!!!
Lo acontecido debe de ser analizado desde una óptica no restringida a la Asamblea y a la elección especifica. El pueblo desea la salida de un sistema político fracasado, de un discurso agotado, el fin de una era de confrontación, de violencia en el verbo, de escasez. El pueblo desea el retorno a la tranquilidad, y la entrada en un sistema que nos permita salir de una gran crisis de valores y del mayor desastre económico conocido en la historia de Venezuela.
El camino que queda por recorrer es largo. Sin embargo, lo acontecido devuelve la esperanza a un pueblo cansado del presente, que anhela un futuro prometedor, y que quiere entrar en el camino del progreso. Mucho se puede hacer con los resultados obtenidos y con la tendencia irreversible. Si se llegara a conseguir una mayoría de 113 diputados - una proyección que suena lógica y posible - el país será otro, definitivamente.
Cada quien llora por su propia herida. Obviamente, los temas de inseguridad, escasez, y las tensiones políticas nos preocupan sobremanera. Sin embargo, Israel y la política internacional venezolana de los últimos años son cuestiones de suma trascendencia para nuestra comunidad. Esperamos que esta nueva Asamblea, que tomara posesión el próximo 5 de enero, pueda hacer mucho, pues éstos son temas que nos afectan a todos.
Estoy más que convencido de que se retomarán las comisiones bilaterales de amistad, y la de Israel – Venezuela será una de las primeras. Esto dará un refrescamiento a la geopolítica del país, inmersa excesivamente en la relación con países de Oriente Medio que en muchos casos son enemigos de Occidente y donde se están produciendo durante los últimos años los crímenes más abominables. En ese sentido, se comenzará una nueva etapa en las relaciones con Israel, que jamás debieron haberse fracturado, y se mejorarán también el diálogo y la comunicación con otros países con los que Venezuela siempre mantuvo una amistad sincera.
Al mismo tiempo, se podrá revisar las políticas internacionales, y el tema migratorio que nos pone en el centro de atención, ante los ojos del mundo.
Es ahora cuando la comunidad judía debería abogar por el retorno de esas relaciones, capitalizar este triunfo para conseguir un equilibrio y dar su puesto a un Estado, una Tierra Santa que ha sido víctima de injustas agresiones y calificativos de parte de algunos que - muchas veces por ignorancia - condenaban en grupo, de manera automática, cualquier acción que emprendía Israel para ejercer su soberanía o proteger a sus ciudadanos. Muchos de ellos llegaron, en presencia nuestra, a confundir al presidente de Israel con el de Irán, Mahmoud Ahmadineyad, (Lo que natura non da, Salamanca non presta, dice la conocida frase).
Hoy, cada uno amanece con sus deseos, sus esperanzas, con lo que aspiran para una nueva Asamblea. Yo no dejo de pensar, de soñar, con ver sentado como invitado especial en alguna sesión plenaria a un embajador de Israel, pues jamás comprendí ese capricho de la expulsión, aquel episodio que fue realizado a espaldas de los venezolanos y que tanto marcó a nuestra comunidad y que a mí, en lo particular, me afectó sobremanera.
Januca es tiempo de esperanza y sin duda, su luz comienza a iluminar a este hermoso país.
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