sábado, 4 de marzo de 2017

La Reina Ester: La historia de una mujer judía que su luz brilló en tiempo de oscuridad.



Cuando la cara de Dios está oculta

A veces es a través de la oscuridad que podemos sacar nuestra luz interior.

por Karen Wolfers Rapaport

El Libro de Ester pareciera ser una trama de Hollywood. Repleto de engaño, relaciones secretas, casualidades y ejecuciones, sería definitivamente un éxito de taquilla. Es la historia de una huérfana que es tomada en contra de su voluntad por un poderoso rey. Aparentemente sin voz o herramientas para luchar en contra de los poderes fácticos, la huérfana Ester encuentra coraje, resolución y fe para tomar decididas y poderosas decisiones que cambian tanto su destino personal como el de todo el pueblo judío.

Ester parece haber comenzado su camino como una participante pasiva, siguiendo las peticiones tanto de Mordejai como de Ajashverosh. Mordejai le dice a Ester que si ella no toma acción para ayudar a revertir el decreto que buscaba la aniquilación judía, alguien más lo hará. Solamente entonces Ester toma una posición proactiva y realiza las heroicas acciones que todos conocemos.

Completamente sola en el palacio del rey, como una judía en secreto, Ester no tenía un “hombro” sobre el cual apoyarse.

Todos tenemos momentos en que nos quedamos sin apoyo, momentos en los que quedamos sujetos a nuestros propios recursos y somos esencialmente forzados a ser proactivos y actuar. Por ejemplo:

    Cuarenta años de matrimonio y cinco hijos; él era tu ancla, tu base, y lo mismo eras tú para él. Él llevaba las cuentas; así era la vida. Cuando él falleció, todos los asuntos financieros recayeron sobre tus hombros. ¿Habías visto alguna vez un estado de cuenta bancario, una cuenta de electricidad? Esos primeros pasos hacia el conocimiento y aptitud financiera eran vacilantes en el mejor de los casos. Lentamente comenzaste a sentirse más confiada. Lentamente te diste cuenta cuán competente eras en todas las cosas monetarias. Fue entonces cuando el espíritu empresarial surgió…

    Todo era nuevo. Shabat era nuevo. La Torá era nueva. El concepto de comunidad era nuevo. Tú necesitabas dirección y guía. Los mentores te daban eso. El Rav y la Rebetzin se convirtieron en tus modelos a seguir. Tú observaste, absorbiste; estabas asombrada. En Shabat, una luz emanaba de esa familia. Durante el curso del año, ellos te enseñaron los detalles de Shabat y cómo llenarlo de alegría y amor. Ahora era tu turno. Sería tu primer Shabat sin ellos. Invitaste a algunos amigos, cocinaste y horneaste jalá. ¿Podrás sacar Shabat adelante y hacerlo espiritual?

Muchos de nosotros hemos envidiado a las personas “afortunadas”, los que tienen “hombros para apoyarse”. Ellos nacieron en la riqueza. Tienen familias y parejas que los apoyan. Nada de problemas de aprendizaje, nada de ADHD. Él se convirtió en jefe a los 30 años, tuvieron una mansión antes de los 40. Los compañeros de clase que no saben de divorcios, enfermedades, depresiones.

Dios en su infinita bondad escogió bendecir a ciertas personas con un camino más liso y a otras con uno más duro. Ester era del segundo grupo: Una niña sin padres. Tomada en contra de su voluntad. Sin poder revelar su identidad públicamente. Cargando con el futuro de su pueblo... a Ester le tocó realmente duro.

Si a Ester le hubiese tocado un “camino liso”, ¿hubiera sido la escogida para salvar a su pueblo? Las historias de éxito a menudo no se originan de lo que tenemos, sino de los que nos falta. Cuando algo falta en nuestras vidas, tenemos la oportunidad de hacer elecciones independientes de los demás. Sin dinero, a menudo nos vemos obligados a ser creativos. Sin familia cercana, a menudo nos vemos tentados a acercarnos a otros. Con poca habilidad, a menudo nos vemos motivados a desarrollar talentos latentes que de otra forma podrían pasar desapercibidos. ¿Aún estás buscando a tu alma gemela? ¿Aún no tienes hijos? A menudo nos vemos forzados a volcarnos hacia nuestro interior y rezar, adquiriendo percepciones y alcanzando alturas que no hubiésemos obtenido de otra forma.

Ester era la judía solitaria que vivía con el enemigo. Ese debe haber sido el lugar más solitario para estar. Sin embargo, quizás debido a que su vacío era tan intenso, tan profundo, ella tuvo la oportunidad y la motivación para desarrollar las características que la ayudaron a derrocar hábilmente a un imperio y salvar su nación.

El nombre de Ester viene de la palabra hebrea “hester”, que significa oculto. En todo el Libro de Ester, no vemos el nombre de Dios. Esto es diferente a cualquier otro de nuestros textos sagrados. La omisión del nombre de Dios revela la esencia de esta fiesta. Durante esta época, la cara de Dios está oculta. Los eventos parecen desarrollarse casualmente y solamente en retrospectiva puede percibirse la orquestación Divina, el cuadro completo Divino.

Dios siempre está con nosotros. Nosotros somos Sus hijos. Él es nuestro padre. Pero a veces, Él se oculta para que nosotros sintamos la carencia, para que sintamos la necesidad y para que sintamos el vacío. Es en ese espacio en donde Ester encontró su verdadera fortaleza y destino, y es en ese espacio en donde nosotros podemos encontrar el nuestro. Hay momentos en que todos sentimos “Hester Panim”, que la cara de Dios está oculta. Y a veces se manifiesta en los momentos más importantes de la vida.

El “camino liso” no es necesariamente un voto de confianza, y el “camino duro” no es necesariamente tan terrible como pareciera ser en un principio. A lo largo de ese duro camino Dios cree en ti. Él sabe que tú puedes cultivar y crecer bajo tales circunstancias. Él sabe que a través de la oscuridad puedes hacer brillar tu mejor luz. Él sabe que el vacío eventualmente se llenará con grandeza, y que puedes tener éxito, florecer y estar a la altura de la ocasión, tal como lo hizo la magnífica Ester.

Purim y Hester Panim: la oportunidad de tu vida. Dios está oculto y nosotros lo descubrimos tanto a Él como a nosotros mismos en el proceso.
Fuente: Aish Latino