"Estoy financiando mi propia campaña", es una frase que ha repetido numerosas ocasiones el millonario Donald Trump desde que hace un añoanunció que competiría para convertirse en el candidato del Partido Republicano de cara a las elecciones presidenciales de noviembre enEstados Unidos.
"Al autofinanciar mi campaña, no estoy controlado por mis donantes, intereses especiales o lobbies", presumió en septiembre pasado en un comentario que publicó en Facebook y que obtuvo más de 300.000 "me gusta".
Tal como van las cosas, parece que el magnate tendrá que cumplir con su promesa.
La campaña de Trump dispone de una cantidad de fondos alarmantemente bajos para el virtual candidato de uno de los dos principales partidos del país, a juzgar por las cifras del último informe de la Comisión Federal Electoral (CFE).
Según la CFE, la candidatura de Trump apenas disponía de US$1.289.507 a 31 de mayo pasado. Es casi la mitad de los US$2.408.641 que tenía a comienzos de ese mes y equivale al 3% de los US$42.461.785 con los que cuenta la campaña de la virtual aspirante presidencial del Partido Demócrata, Hillary Clinton.
Hay una brecha enorme en la recaudación de fondos entre ambos aspirantes.
Mientras la campaña de Trump ha recibido unos US$63 millones desde el inicio del ciclo electoral 2015-2016, Clinton ha recibido unos US$238 millones.
Una campaña de bajo costo
Durante las elecciones primarias, Trump ha hecho una campaña comparativamente muy económica, en gran medida gracias a sus polémicas propuestas que le han permitido tener una presencia constante en los medios de comunicación sin hacer grandes gastos en publicidad.
Eso le ha permitido convertirse en el virtual candidato republicano pese a contar con un equipo de campaña de unas 70 personas (10% del número de integrantes de la campaña de Clinton).
Sin embargo, las necesidades financieras de una campaña presidencial en Estados Unidos no son ni remotamente comparables a las de unas primarias.
El propio Trump pareció reconocer esa realidad cuando a comienzos de mayo anunció que necesitaba US$1.500 millones para costear su campaña para las presidenciales de noviembre y que piensa obtenerlos de donaciones.
Para ello, contrató a Steven Mnuchin, quien trabajó durante 17 años para la banca de inversiones Goldman Sachs.
Poco después, Trump alcanzó un acuerdo con el Comité Nacional del Partido Republicano para recaudar fondos de forma conjunta, con miras a facilitar la obtención de recursos para la campaña presidencial y para las postulaciones del resto de aspirantes republicanos a otros cargos que se escogen este año.
Dinero en mano
Recursos disponibles por candidato al 31 de mayo
US$42.461.785 Hillary Clinton
US$1.289507 Donald Trump
Sus objetivos, sin embargo, no parecen estar siendo alcanzados. En mayo, cuando ya era el virtual candidato republicano, el magnate apenas recaudó unos US$3,1 millones y debió hacerse otro préstamo por US$2,2 millones para costear los gastos de la campaña de ese mes por US$6,7 millones.
Por contraste, Clinton sumó unos 19,6 millones que le permitieron cubrir los gastos por US$14 millones y aún le quedaron unos US$5 millones de superávit ese mes.
¿Donación o préstamo?
Pero, ¿por qué este magnate, cuyo equipo dice que posee una fortuna valorada en US$10.000 millones, decidió buscar financiamiento de donantes para su campaña presidencial?
"Es muy sencillo. Las campañas presidenciales en EE.UU. son muy costosas. Pueden costar hasta US$1.000 millones", dijo a BBC Mundo William Galston, analista senior del Brookings Institute, un centro de análisis de políticas públicas con sede en Washington.
"Trump no tiene intención de pagar ese dinero de su propio bolsillo", agregó.
Viveca Novak, directora editorial y de comunicaciones del Centro para Políticas Responsables, una ONG que hace seguimiento al financiamiento de la política en Estados Unidos, considera que la idea de que Trump ha financiado su propia campaña puede ser engañosa.
Su valoración se basa en el hecho de que, hasta ahora, la mayor parte de las aportaciones que el magnate ha hecho han sido préstamos y no donaciones.
Según la Comisión Federal Electoral, de los US$63 millones gastados por la campaña de Trump hasta el 31 de mayo pasado, más de US$45 millones se contabilizan como deudas.
"Al final, él podría perdonar los préstamos y convertirlos en donaciones, pero hasta ahora ha dejado abierta la posibilidad de recuperar el dinero que ha invertido en la campaña", dijo Novac a BBC Mundo.
¿Traición a los votantes?
Al acudir a los grandes donantes Trump abandona el autofinanciamiento que le había servido para ganarse la confianza de muchos votantes, Sin embargo, los analistas no creen que eso le vaya a causar mayores problemas de credibilidad.
"Los votantes saben que las elecciones cuestan mucho dinero y no creo que sufra un reacción negativa", dijo a BBC Mundo el analista político Ron Bonjean, quien ha sido el principal vocero ante la prensa tanto de la Cámara de Representantes como del Senado de Estados Unidos.
"Hasta ahora Trump ha demostrado tener una habilidad para librarse de situaciones que habrían puesto fin a cualquier otra campaña electoral. Dudo que esto vaya a ser un gran problema para él", coincidió Galston.
Una misión cuesta arriba
Trump arranca con desventaja en su objetivo de captar fondos para financiar la campaña.
Durante el período 2011-2012, las candidaturas presidenciales de Barack Obama y del republicano Mitt Romney recaudaron entre ambas unos US$2.000 millones.
"Definitivamente, Trump comienza con ciertas fallas en comparación con la manera usual en la que un candidato recauda fondos para su campaña", señaló Novac.
Consideró que es muy difícil recolectar la cantidad de fondos que Trump requiere sin acudir a los grandes donantes.
"Los lobbies pueden ser muy útiles para cualquier candidato pues les pueden ayudar a recaudar fondos a través de sus redes de contacto", indicó la experta.
Bonjean advirtió que para recaudar US$1.500 millones, el virtual candidato republicano debió haber contado desde hace meses con una red eficiente de captación de fondos.
Los expertos coincidieron en que la falta de sintonía entre Trump y una parte importante de la dirigencia del Partido Republicano que rechaza sus propuestas y su estilo de hacer política dificultará esta búsqueda de financiamiento.
"Muchos republicanos ricos le rechazan. Ese es el principal problema que él tiene: gente que ha financiado de forma muy generosa campañas anteriores no tienen una disposición favorable hacia él. Esa será su principal dificultad", alertó Walston.
Entre los grandes donantes que han decidido mantenerse al margen de la campaña de Trump se encuentran los hermanos multimillonarios Charles y David Koch, quienes controlan Industrias Koch, una de las empresas privadas más grandes de Estados Unidos.
Los Koch contribuyeron a canalizar centenares de millones de dólares en la campaña electoral republicana de 2012.
Pero no todo son obstáculos para la campaña de Trump.
En mayo, el Comité para la Soberanía Estadounidense, un nuevo grupo de acción política puesto en marcha por la campaña de Trump para recaudar fondos, anunció que había captado casi US$2 millones y que esperaba reunir unos US$20 millones antes de la Convención Republicana en julio.
Por otra parte, el magnate de los casinos Sheldon Adelson se habría comprometido a gastar más de US$100 millones en apuntalar la campaña de Trump.
Para alcanzar su meta de US$1.500 millones la campaña de Trump necesitará recolectar unos US$10 millones al día durante los próximos seis meses.
Es una misión que luce cuesta arriba incluso para un magnate.
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