La ley anti conversión establece que “todo acto de convertir a otra persona de una religión a otra o cualquier acto de socavar o poner en peligro la religión de otros, serán sancionados con prisión y multas”.
Al predicar la Palabra de Dios no existen límites ni para quienes tienen el deseo entrañable por servir y profesar el evangelio.
Todo inició con una madre cristiana que al buscar en una revista nombres y direcciones de jóvenes, les enviaba cartas diciendo que si alguno quisiera saber más acerca de Jesús le contestaran sus mensajes.
Las personas enviaban las direcciones de sus amigos y familiares, siendo algunos estudiantes, que llegaban a la oficina del ministerio deseando más información y otros esperaban dos días ansiosos por recibir más cartas.
Era una novedosa manera de evangelizar para todos pues muchos de ellos nunca habían oído la Palabra de Dios previamente, tenían curiosidad por saber quienes eran las personas que enviaban las cartas con el evangelio, fue entonces que el ministerio decidió dar clases de discipulado cara a cara.
Para la primera sesión de discipulado, el ministerio envió cincuenta invitaciones y se presentaron doscientas sesenta y cinco personas.
Pensamos que podrían aparecer solo diez, dijo el director.
Desde entonces, más de quinientos mil estudiantes de setenta y cinco distritos de Nepal se han inscrito en los cursos bíblicos por correspondencia, y ya son cincuenta mil que han completado el curso.
Fuente: revista Impacto Evangelístico
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