martes, 22 de marzo de 2016
Obama elogia el coraje de los disidentes cubanos en su encuentro en La Habana. Noticias de Mundo
“He venido enterrar la Guerra Fría en las Américas. Estoy aquí para extender una mano de amistad al pueblo cubano”. Con estas palabras, pronunciadas en un teatro de la Habana Vieja, Obama subrayaba el carácter histórico de supolémica visita a Cuba, la primera de un Presidente estadounidense en 88 años. Tan histórico que Obama incluso se ha permitido romper el que ya es el último gran tabú, pidiendo públicamente al Congreso de EEUU que levante el bloqueo sobre la isla. “Es una carga desfasada sobre el pueblo cubano. Es una carga sobre los estadounidenses que quieren trabajar y hacer negocios o invertir aquí en Cuba”, ha declarado.
El mandatario estadounidense, sin embargo, ha matizado: “Incluso si levantásemos el bloqueo mañana, los cubanos no se darían cuenta de su potencial sin un cambio prolongado aquí en Cuba”, en clara referencia al sistema político vigente en la isla desde 1959, que Washington jamás ha ocultado que le gustaría ver llegar a su fin. “Las diferencias entre nuestros gobiernos a lo largo de estos años son reales, y son importantes. Estoy seguro de que el Presidente Castro diría lo mismo. Lo sé, porque le he escuchado referirse largamente a estas diferencias”, ha indicado Obama en otro momento del discurso. Una posición bien calculada, sobre la que hay división de opiniones entre los cubanos.
De rato en rato, hoy las calles de La Habana se han estado vaciando, como bajo una orden que todo el mundo se apresura a cumplir. Salvo por el ajetreo de periodistas y vehículos diplomáticos en algunos puntos, el resto de la capital cubana vive un lunes de tantos, con las mismas luces y sombras de su cotidiana existencia. Todo parece transcurrir dentro de los más absolutos cauces de la normalidad. Todo menos Obama.
El mandatario norteamericano comenzaba su conferencia de prensa conjunta con el presidente Raúl Castro cuando este reportero trataba de hacerse con una tarjeta para la navegación wifi. “Disculpa, pero vas a tener que esperar un momento”, dijo la funcionaria del punto de ventas de la compañía telefónica local, antes de centrarse en seguir por televisión el suceso. “El momento” en realidad se extendió por más de una hora durante la cual los cubanos tuvieron ante sí una escena impensable hace solo meses: su Presidente y el de la nación que históricamente ha sido su adversaria compartiendo podios y respondiendo preguntas; algunas de ellas muy comprometidas. Sobre todo para los estándares de la prensa aquí. Por eso, el hecho de que muchas de las cuestiones fueran dirigidas al hermano menor de los Castro, y que este evadiera –en parte– responderlas, tiene ya un significado especial, casi tan o más importante que la transmisión fuera hecha en vivo.
Pude comprenderlo mientras aguardaba para realizar mi compra. Mientras tanto, seguía las intervenciones de ambos presidentes, y veía cómo las personas que también esperaban en el lugar intercambiaban comentarios, analizaban, sopesaban... En un país tan politizado como Cuba, en el que desde niños los ciudadanos participan constantemente en asambleas y otros espacios de discusión (su efectividad es ya otro asunto), opinar es casi una segunda naturaleza. Las interminables discusiones sobre deportes y los más nimios temas de actualidad son muestra de ello.
“Estos son días para la historia”, coincide Juan Carlos Quiza, copropietario de dos pequeños restaurantes en las inmediaciones del Capitolio, adonde dentro de algunos años volverá a instalarse el parlamento nacional. “Las oportunidades de negocios que se abren para nuestros empresarios son muy amplias y nos consideramos optimistas. Creo que los problemas que se presenten serán secundarios, los pasos más importantes ya se han dado y solo falta concretarlos”.
El sector privado es defendido por la Casa Blanca como uno de sus principales aliados en una pretendida transformación de la sociedad insular. Por eso, hombres y mujeres como Quiza, la diseñadora Idania del Río o los promotores de cooperativas exitosas sobresalieron entre los convidados al encuentro de empresarios con el presidente norteamericano, en la tarde de este lunes. “Ustedes tienen en sus manos la prosperidad de buena parte del país y queremos ayudarlos para que logren todo lo que se propongan. Estamos a favor, en primer lugar, de la diplomacia de persona a persona”, les dijo el ocupante de la Casa Blanca.
Según Alexei Chávez, un chofer de coches de alquiler que brinda recorridos para extranjeros, ésa es la piedra de toque de todo el asunto. “Los (norte)americanos llegan a Cuba con cincuenta años de preguntas y quieren responderlas en unos pocos días. Eso no se le ocurre a nadie en su sano juicio. Si Obama, por ejemplo, 'abre' la posibilidad de que sus ciudadanos vengan a Cuba libremente, ganaríamos todos: ellos, porque nos conocerían 'de verdad'; nosotros, porque podríamos hacer negocios y mostrarles la Isla tal cual es y no como 'la pintan'”.
“Sin embargo, lo más importante es que las cosas no se vayan de un solo lado”, considera el doctor José Alberto Rodríguez, uno de los directivos del Polo Científico del oeste de La Habana, entre los más importantes del Tercer Mundo. “El gobierno cubano debe defender que en las negociaciones también se abran espacios al sector estatal; en definitiva, nosotros seguimos siendo la base de la economía, tanto por el volumen de operaciones comerciales como por la cantidad de empleos que brindamos”.
Al margen de opiniones encontradas –o hasta contradictorias– que por estos días puedan hallarse en La Habana, el hecho de que esta se paralice cada vez que el presidente norteamericano vuelve a estar en pantalla indica hasta qué punto su visita podrá influir en el destino previsible del país. A su juicio, en el futuro las decisiones estarán en manos de los jóvenes; pero para muchos hablar de futuro ya comienza a ser una redundancia. Luego de la visita deBarack Obama a Cuba cualquier conjugación no aceptará más tiempo que el de presente.
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