El 20 de enero de 2017 no fue solo un día más. El ahora presidente de los Estados Unidos realizó su discurso inaugural luego de jurar como el cuadragésimo quinto presidente del país.
En dicho discurso, además de mensionar los cambios que hará en la forma de gobernar al país, sorprendió a la comunidad evangélica mundial ya que centró fuertemente su mensaje en Dios y la Biblia.
“La Biblia nos dice cuán maravilloso es cuando el pueblo de Dios está unido. Debemos debatir honestamente y hablar abiertamente, pero siempre buscar la solidaridad.”, declaró el nuevo presidente de los Estados Unidos.
No solo habló de los principios bíblicos en los cuales piensa conducir al país, sino que también exhortó a los ciudadanos a no temer, ya que Dios los protegerá en su camino.
“No debemos temer, estamos protegidos y siempre estaremos protegidos. Estaremos protegidos por los hombres y mujeres de nuestras fuerzas armadas, pero más importante que todo, es que estaremos protegidos por Dios”
Otro fragmento de su mensaje esbozó un paralelismo al mensaje de la hermandad entre los compatriotas:
“No debemos olvidar que no importa que seamos negros, marrones o blancos, todos tenemos la misma sangre…Debemos recordar que si un niño nace en Detroit o en las planicies de Nebraska todos nacemos bajo el mismo cielo y todos somos llenados del mismo aliento de vida que viene del Creador Todopoderoso”
El mensaje deja claro, al menos en principio, que continuará con sus promesas de campaña. Una de dichas promesas fue que se enfocaría en devolverle el “poder a la Iglesia”. Y para llevarlo a cabo, designó en su gabinete a una cristiana que se encargará de la educación. Muchos piensan que Donald Trump volverá a inculcar los valores cristianos en las escuelas primarias.
Mas allá de toda promesa o discurso, el tiempo mostrará si todas estas promesas y este imponente mensaje cristocéntrico fueron sinceros, o solo algo más para obtener el apoyo de la Iglesia Cristiana.
Fuente: Diario Cristiano Web
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