jueves, 12 de enero de 2017
Illuminati o Nuevo Orden Mundial, teorías conspirativas se tejen sobre Donald Trump
En Estados Unidos siempre han existido teorías conspirativas. Son tantas y tan variadas que creer en ellas o desmentirlas se ha convertido en una especie de pasatiempo nacional. Algunas han sobrevivido el paso del tiempo y permanecen arraigadas en la memoria colectiva de la nación. Como la que asegura que un platillo volador se estrelló en Roswell, Nuevo México, y que los restos de la nave, así como los cuerpos de los extraterrestres que la tripulaban, fueron recuperados por el ejército y ocultados en un lugar secreto. O la que afirma que la investigación de la Comisión Warren sobre el asesinato del presidente Kennedy mintió al asegurar que Lee Harvey Oswald había actuado solo y que su muerte se debió, en realidad, a una conspiración de la mafia o del gobierno. O las que sostienen que la llegada a la Luna fue un engaño de la NASA y que el calentamiento global no existe.
Hay otras, aun menos serias, que han estado recorriendo las redes sociales desde hace algún tiempo. He aquí dos de ellas: Elvis Presley simuló su propia muerte y vive bajo una falsa identidad en un pequeño pueblo del sur de Estados Unidos; Paul McCartney falleció en un accidente de tránsito en 1966 y fue sustituido por un doble que, sin la ayuda de John Lennon, compuso Yesterday. Son cientos de ellas; todas concebidas con un poco de humor y partiendo de la provocación y el absurdo.
Pero, cuidado: no todas las teorías conspirativas provocan risas; algunas causan terror de solo pensar que pudieran ser ciertas. Como las que ya han comenzado a circular en Internet y que vinculan a Donald Trump, unas veces como miembro activo y otras como enemigo, de un Nuevo Orden Mundial que pretende dominar el mundo.
ESTA TEORÍA CONSPIRATIVA [UN NUEVO ORDEN MUNDIAL], EN LA QUE UN MISTERIOSO GRUPO DE PODER INTENTA IMPLANTAR UN GOBIERNO ÚNICO, ES UNA DE LAS MÁS COMPLEJAS Y ANTIGUAS QUE SE CONOCEN
Esta teoría conspirativa, en la que un misterioso grupo de poder intenta implantar un gobierno único, es una de las más complejas y antiguas que se conocen. Quienes creen en ella afirman que los esfuerzos para lograrlo comenzaron cuando los miembros de Illuminati, una sociedad secreta fundada en 1776, trataron de sustituir las monarquías y gobiernos europeos de la época por un llamado “gobierno de la razón”. Esos esfuerzos, según ellos, los han continuado bajo otras formas los banqueros judíos de Estados Unidos y Europa. Hay también quienes afirman que las más importantes organizaciones, tanto gubernamentales como privadas, están involucradas en la conspiración: Sistema de Reserva Federal, Consejo de Relaciones Exteriores, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Comisión Trilateral, el grupo Bilderberg y la ONU. A veces mencionan de pasada a los masones, a los socialistas fabianos, a los judíos, a los ecologistas y al filósofo, escritor y Premio Nobel británico Bertrand Russell, considerado por sus ideas como el profeta del Nuevo Orden Mundial.
La lista de sus dirigentes es un “quién es quién” de la política y las finanzas: los multimillonarios Rockefeller, Rothschild, Morgan y DuPont, por solo citar los más conocidos apellidos y dependiendo, claro, del “conspiranoico” que la confeccione. Pero en ninguna de ellas –y son varias– aparecía el nombre de Donald Trump. Hasta que se convirtió en candidato a la presidencia de Estados Unidos por el partido republicano y en las redes sociales comenzaron a señalarlo, por sus conexiones con las más acaudaladas familias del mundo, como un miembro de dicha Orden. Para cuando resultó electo presidente, ya Trump no era un simple conspirador sino que por sus posiciones fuertes contra el islamismo y por la boda de su hija Ivanka con el financiero judío Jared Kushner, comenzó a ser visto como el líder de una gran confabulación sionista.
Sin embargo, hay algunos “conspiranoicos” que creen lo contrario. Según ellos, Donald Trump podría tratar de frenar los planes de algunas organizaciones asociadas a las teorías conspirativas del Nuevo Orden Mundial, como los del llamado Club Bilderberg, cuyos miembros –banqueros, políticos, miembros de la realeza y dueños de periódicos– se reúnen todos los años a puertas cerradas y discuten los graves problemas que afronta la humanidad. O los del Foro Económico Mundial, una fundación sin fines de lucro, con objetivos similares a los del Club Bilderberg y que también se reúne anualmente para analizar los grandes desafíos del mundo. O hasta los planes de la Sociedad Secreta Skull & Bones, fundada en 1832 en la Universidad de Yale y que muchos creen es una rama de los Illuminati y en cuya membresía es posible hallar desde presidentes de Estados Unidos hasta jueces de la Corte Suprema.
En realidad, quienes sustentan esta afirmación en las redes sociales no aportan hechos que la validen. No es que fueran a necesitarlos tampoco; en el reino de los blogs la verdad no es absoluta sino relativa. Es así como pueden aseverar, sin dar muchas explicaciones, que los planes de dominación global del Nuevo Orden Mundial están siendo amenazados por las posiciones de Trump en cuanto a la inmigración ilegal, el déficit comercial, la acción afirmativa, el desempleo, el cambio climático y las alianzas militares. Lo que no mencionan es lo que sí está avalado por artículos de prensa: que la incendiaria retórica de Trump bordeó peligrosamente, según la Liga Antidifamatoria Judía (ADL), los límites de la incitación al odio contra los judíos.
La verdad es que todas estas teorías sobre si Donald Trump es un miembro secreto del Nuevo Orden Mundial o su jurado enemigo, son tonterías. Lo realmente importante no es lo que se diga en Facebook, sino lo que hará Trump cuando el día 20 de enero de 2017 se convierta en el 45to presidente de Estados Unidos. Lo verdaderamente esencial es, en fin, que los votantes hablaron, que Hillary Clinton aceptó su derrota y que una transición civil de poderes está en marcha. Aquí no hay conspiraciones que valgan. La democracia, una vez más, ha triunfado.
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