lunes, 16 de enero de 2017

"El papa Francisco no hizo casi nada para detener los abusos sexuales"

(Reuters)
Un nuevo libro documenta casos de pederastia en la Iglesia:
El periodista italiano, absuelto en 2016 por el caso Vatileaks2 —el escándalo por la filtración de documentos vaticanos—, aseguró que ese "sistema" permite la protección de religiosos investigados o condenados por casos de pederastia.
Fittipaldi cita entrevistas con sacerdotes y funcionarios judiciales para pintar un cuadro condenatorio de los tres primeros años del papado de Francisco. El autor afirma que 1.200 denuncias plausibles de acoso de niños y niñas de todo el mundo han sido puestas a consideración del Vaticano en ese período. En algunos de los veinte casos de presuntos abusos sexuales cometidos por sacerdotes en Italia en 2016, escribe Fittipaldi, los sacerdotes han sido condenados por abuso sin que la Iglesia haya tomado ninguna acción canónica contra ellos.
Lussuria, de Emiliano Fittipaldi
Lussuria, de Emiliano Fittipaldi
"En los últimos dos lustros, contando sólo a condenados e investigados, hay más de 200 sacerdotes italianos denunciados por actos de lujuria con adolescentes", escribe Fittipaldi. A pesar de ello, añade, en Italia "el escándalo nunca ha explotado".
"Francisco no está defendiendo directamente a los pedófilos, pero no hizo nada para contrarrestar el fenómeno de la pedofilia", agregó.
El periodista es el autor del libro Avarizia, que, junto con su colega de profesión Gianluigi Nuzzi, destapó en noviembre de 2015 lo que se conoció como caso Vatileaks2, un escándalo sobre información clasificada de carácter financiero de la Santa Sede por el que ambos fueron juzgados y absueltos en julio de 2016.
Sí fueron condenados, por contra, el sacerdote español Lucio Vallejo y su ex colaboradora Francesca Chaouqui por filtrar los documentos publicados.
En esta ocasión, Fittipaldi carga contra "el 'sistema' que cubre y protege a "los orcos y a las arcas de la Iglesia" que —asegura— "también funciona" en Italia.
Así, por ejemplo, cita en Calabria (sur) al religioso Antonello Tropea, que "en marzo de 2015 fue encontrado por la Policía en un coche con un joven de 17 años" que conoció gracias a una "aplicación usada para encuentros entre homosexuales".
"Investigado por prostitución de menores, continúa ejerciendo como cura", mientras que el obispo italiano Francesco Milito le aconseja, según Fittipaldi, "evitar hablar con los carabineros sobre estas cosas".
También en Calabria, en esta ocasión en la diócesis de Locri, Fittipaldi menciona al obispo Francesco Oliva para subrayar que "en 2015 manda a una parroquia de Civitavecchia (centro) a un sacerdote suyo, don Francesco Rutigliano, que la Congregación para la Doctrina de la Fe había suspendido por cuatro años en 2011 'por abuso de menores'" cometidos "entre 2006 y 2008".
Fittipaldi también cita al religioso Franco Legrottaglie, "condenado en 2000 por abuso" de dos chicas jóvenes, que "en 2010 fue nombrado por el obispo emérito Rocco Talucci capellán del hospital y cura en una iglesia" de Ostuni, una localidad de Apulia (sur).

Además, denuncia el caso del cardenal australiano George Pell, quien fue nombrado por Francisco para reformar las finanzas de la Iglesia y ha permanecido en esa posición principal a pesar de las dudas sobre si Pell protegió a los abusadores en serie en su archidiócesis en Australia hace décadas. Pell ha negado las acusaciones contra él, pero un abogado que asiste a una comisión real en contra del abuso infantil en Australia ha argumentado que había pruebas de que Pell debería haber tomado medidas más fuertes contra un sacerdote pedófilo cuyo caso ha sido examinado.

El Papa, que no aceptó la renuncia de Pell en junio, cuando el cardenal australiano alcanzó la edad de jubilación, se ha negado a juzgarlo. Cuando los periodistas le preguntaron sobre una investigación separada sobre Pell por la Policía estatal de Victoria, el Papa dijo que "la Justicia tiene que seguir su curso". El pasado noviembre, sin embargo, Francisco decidió no renovar la pertenencia de Pell a la oficina del Vaticano que maneja la práctica litúrgica de la Iglesia.
Fittipaldi escribió Lussuria durante su juicio por obtener ilegalmente documentos secretos. Hablando con The Guardian, recordó: "Fue irónico estar allí, durante el juicio. Pensaba que muchos sacerdotes y obispos y cardenales estaban involucrados en abuso sexual y el Vaticano no hacía nada. Prefieren perseguir a periodistas".



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