sábado, 11 de julio de 2015

EE.UU: un bigamo invoca la sentencia sobre el matrimonio gay para tener 2 esposas

Lo avisé el 27 de junio: si en el matrimonio no importa el sexo de los contrayentes, ¿por qué dar importancia a su número? Ya tenemos el primer caso: un bígamo de Montana. Si en el matrimonio no importa el sexo de los cónyuges, ¿por qué debe importar su número? ¿Debería el matrimonio estar limitado?

Un exmormón casado con dos mujeres, pero sólo una de ellas de forma legal

Nathan Collier era mormón hasta que fue excomulgado por su poligamia (la rama principal del mormonismo abandonó esa práctica en 1890, aunque la siguen llevando a cabo grupos mormones considerados fundamentalistas). Se casó legalmente con Victoria su primer mujer, en 2000, y con Christine, la segunda, en una ceremonia religiosa en 2007. Tienen siete hijos, tanto de esta relación polígama como de anteriores relaciones. Legalmente Christine no es su esposa, pues la poligamia es ilegal en los 50 Estados. No sólo no es legal, sino que incluso está castigada con diversas penas de hasta cinco años de cárcel, dependiendo del Estado.

Los argumentos de la Corte Suprema para legalizar el matrimonio gay 
La sentencia Obergefell vs Hodges, publicada por la Corte Suprema el 26 de junio y aprobada por 5 votos contra 4, ha impuesto la legalización de los matrimonios del mismo sexo en los 50 Estados, incluidos los 30 que lo rechazaron en referéndum. Pero esa sentencia ha abierto una brecha aún mayor en la institución matrimonial, con su argumento puramente sentimental para redefinir una institución milenaria y anterior al Estado, creada no para dar amparo a meras relaciones amorosas, sino para proteger el ámbito en el que vienen al mundo las nuevas vidas humanas:

“Como algunos de los peticionarios en estos casos demuestran, el matrimonio representa un amor que puede durar incluso pasada la muerte. Sería malinterpretar a estos hombres y mujeres decir que ellos no respetan la idea del matrimonio. Ellos alegan que lo respetan, la respetan tan profundamente que tratan de encontrar su cumplimiento por sí mismos. Su esperanza es no ser condenados a vivir en soledad, excluidos de una de las instituciones más antiguas de la civilización. Piden igual dignidad a los ojos de la ley. La Constitución les otorga ese derecho.”

Collier usa los mismos argumentos sentimentales que la Corte Suprema

Collier le ha tomado la palabra a la Corte Suprema: “Se trata de la igualdad matrimonial”, ha señalado, y “no se puede tener esto sin la poligamia”. E igual que la Corte Suprema, el bígamo de Montana ha apelado también a razones sentimentales: “Tengo dos esposas porque amo a dos mujeres y quiero que mi segunda esposa tenga los mismos derechos legales y protección que la primera.” ¿Con qué argumentos le negarán su reclamación quienes han invocado la mera existencia de amor entre dos personas del mismo sexo como argumento para redefinir la institución matrimonial? Algunos han advertido, con razón, que esto nos empujaba a una pendiente resbaladiza. Si lo único que importaba era el amor, y nada más, ¿cómo le negarán a Collier lo que pide? ¿O cómo contradecir a los que piden legalizar el matrimonio incestuoso?

El presidente de la Corte Suprema ya señaló los riesgos de la sentencia 
Hay que recordar que los activistas a favor del matrimonio gay llevan años rechazando que su legalización implicase el riesgo de legalizar también la poligamia. Por el contrario, John Roberts, presidente de la Corte Suprema de EEUU y que votó en contra de la imposición del matrimonio gay a los 50 Estados, ya advirtió del riesgo que suponía esa sentencia:

“Si no tener la oportunidad de casarse “sirve para faltar al respeto y subordinar” a las parejas gais y lesbianas, ¿por qué no esa misma “imposición de esta discapacidad” (…) puede servir para faltar al respeto y subordinar a personas que encuentran satisfacción en relaciones poliamorosas?”

La comunidad islámica ya pidió legalizar la poligamia en España en 2005 
En España, unos meses antes de que el PSOE legalizase los matrimonios entre parejas del mismo sexo, un vocal del CGPJ ya advirtió del riesgo de propiciar la legalización de la poligamia, motivo por el que recibió numerosas críticas pero ni un argumento que sirviese para distinguir entre las razones sentimentales del lobby gay y las alegadas por polígamos. Eso fue el 18 de enero. El 4 de febrero el entonces presidente de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas, Mansur Escudero, pedía legalizar la poligamia, atribuyendo su prohibición a la imposición de la moral católica. Escudero invocó la aconfesionalidad del Estado y la legalización del matrimonio gay: “No parece muy congruente, desde el punto de vista jurídico o de la moral pública, mantener ilegal la poligamia en una sociedad que tolera la prostitución y las amantes, y que hace legal el matrimonio entre homosexuales.” La comunidad islámica, igual que Collier, usó los mismos argumentos que se han usado a favor del matrimonio gay. Pero sigue siendo ilegal, lo cual evidencia que los partidarios de redefinir el matrimonio según las exigencias de los colectivos gays no deben estar muy seguros de sus razones, cuando las rechazan sin más cuando se trata de dar satisgacción a los polígamos. ¿Será un problema de “islamofobia”, de “mormofobia” o de “bigamofobia”?

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